19/8/09

Os echaré de menos, pero cuando os acordéis de mi, hacedlo con una sonrisa

Suena algo macabro, pero así es como comenzó una de mis clases en el TEC. Llegué tarde porque me equivoqué de edificio (era mi primera semana, algo totalmente justificado). Al entrar, muchos pares de ojos mirándome. Estupendo, con lo que me encanta ser el centro de atención. Nada más sentarme, la profesora se me acerca y me dice: " Dibújate tal y como te sientas ahora". Así que dibujé mi cara sonriente (ese día no estaba para tirar cohetes, pero en lineas generales, la alegría supera a las tristezas que pueda tener). Al rato, la profesora nos dijo que escribiésemos la frase que nos gustaría que hubiese en nuestra lápida. Menudo papelón. Mi frase es la que da nombre al post. Lo mejor de todo es que luego tuvimos que ir saliendo uno por uno a explicar porqué nos habíamos dibujado de tal manera y porqué esa frase. Más estupendo todavía, si hablar delante de la clase ya me da un no se qué, hacerlo el primer día delante de un montón de gente que no conozco lo hacía todavía más fácil.
La verdad es que el ritmo de las clases es muy diferente a lo que estaba acostumbrado en España. Aquí tenemos que hacer trabajos todas las semanas, y lo que me parece más curioso (y más putada) es que pasan lista en todas las clases. Como faltes a 4, aunque sea por enfermedad, te haya secuestrado un grupo de narcos o lo que sea, pierdes derecho a examen. Sin embargo, este nivel de exigencia contrasta con lo que es luego el nivel de las clases, el cual no me parece muy alto.
Estaba esperando con muchísimas ganas el viernes. La semana no había ido muy bien, supongo que por eso de la adaptación, echar de menos a la gente...Así que nada mejor que poner rumbo a DF. Dicho y hecho, hice la mochila (a lo Labordeta) y nos dirigimos a la estación de autobuses para coger el caminante que nos llevase a la capital.



Después de una hora y media de autobús y unos 20 minutos de taxi, llegamos a la plaza del Zócalo. Me impresionó, después de haberla visto en tantas fotos, pero dio la casualidad de que habían plantado una carpa inmensa y hacia que la plaza perdiese parte de su encanto. Bajo la lluvia, nos dirigimos a buscar hostal. Plantados en una esquina, buscando una calle en la guía, vi un hostal justo al lado nuestro, en la calle de la República de Guatemala. Decidimos probar suerte y vaya si la tuvimos. Las dos noches, con desayuno y cena ligera incluida, por 15 euros en pleno centro de México.
Después de dejar las cosas, recibí la llamada de Pem. ¡Genial! Ya no tendríamos que ir a ciegas por esa inmensa ciudad. Fuimos a cenar unas tortas que madre mía como estaban y nos encontramos con ella y sus amigos en el Centro Español. La verdad es que me sorprendió porque me esperaba otra cosa, pero para empezar la noche es un sitio que no esta nada mal.
Tras tomar la primera, Pem nos llevó a la plaza Garibaldi al Tenampa. Grupos de mariachis recorrían las mesas ofreciendo sus canciones, mientras la gente bebía cerveza, tequila, margaritas...Paula me enseñó como se toma el tequila a la mexicana, y descubrí la sangrita (una especie de zumo de tomate para rebajar al tequila).



Tras una botella de tequila, varias cervezas, canciones de mariachis y muchas risas, nos dirigimos al Terminal (creo). Muy buen ambiente, aunque el repertorio del dj no fuese muy bueno. Ya de madrugada, decidimos que era hora de irse a casa por lo que nos esperaba al día siguiente, Xochimilco. Después de unas cuantas canciones populares (camareroooooooo....) y un trayecto de taxi, me fui a dormir muy muy contento.
Sin embargo, a la mañana siguiente me desperté con un cuerpo rumbero que madre mía. Estuvimos de visita por la catedral y nos pusimos rumbo a Xochimilco para encontrarnos con Pem y los demás. La mayoría venía también algo perjudicado (destacar la historia de los tacos de pastor de Jaime) pero el plan pintaba muy bien. Consistía en montarnos en unas barquitas y beber cervezas y comer mientras íbamos por unos canales. Tras unas duras y para nada exitosas negociaciones sobre el precio (los mexicanos son unos expertos en esto) nos montamos en nuestra trajinera y pusimos rumbo al norte (o donde fuese). Fue una tarde muy divertida, a excepción de (como no) la lluvia, que tenía que hacer su acto de presencia.



Tras las trajineras, nos dirigimos a Coyoacán y recorrimos su mercadillo, y como no, nos paramos en una cantina a tomar unas chelas. Tras las cervezas, fuimos a cenar auténticos tacos mexicanos. Yo probé los de pastor (deliciosos), aunque salí escaldado con uno al confundir una salsa que parecía güacamole con salsa de chile verde. Basta decir que la cerveza cayó casi entera. Tras un mojito en un pub, los que sobrevivíamos de Toluca nos retiramos pronto, ya que habíamos madrugado y al día siguiente nos esperaba más pateo.


Nuestro primer destino la mañana del domingo, aprovechando la cercanía del hostal, iba a ser el Palacio Nacional para ver el mural de Diego Rivera. Fracaso. Había manifestaciones en la plaza y estaba cerrado. Decidimos dirigirnos entonces al Palacio de Bellas Artes, ya que ahí había otro. Mereció mucho la pena, es impresionante el simbolismo, las figuras, los colores...Además, había una exposición de Tamara Lempicka, una pintora de Polonia que desarrolló la mayor parte de su obra en París pintando cuerpos de mujeres desnudas.



La verdad es que se agradece visitar un museo de vez en cuando, me gusta pasear por ellos, pararme, mirar, seguir caminando, volver a mirar. Me gusta porque no necesitas mucho. Por la tarde pusimos rumbo a la Casa Azul donde vivieron Frida y Diego Rivera. Una casa llena de recuerdos, libros, pinturas, fotografías...Una visita que mereció mucho la pena por la historia y todo lo que se respiraba en sus habitaciones y sus jardines.





Finalmente llegó el momento de volver a casa, a nuestro pequeño Toluca. El cambio es radical, México DF es una ciudad monstruosa, pero a la vez, cálida. Para nada te da la impresión de que estas en la capital más poblada del planeta. Esta ha sido mi primera visita, pero sé que no será la última. Llevo dos semanas aquí, y poco a poco me voy adaptando mejor (creo) a mi nueva etapa. Sinceramente ha habido momentos en los que me gustará estar en España, pero con todos los viajes que me esperan, la gente que voy a conocer, experiencias que voy a tener, es un pensamiento que desaparece rápido. Buenas noches.