23/11/09

Anónimos

La primera vez que vi la ciudad del DF desde el avión me pareció un monstruo. No alcanzaba a ver sus límites con la vista, y eso que estaba a miles de metros de altura. Una vez que paseé por ella a pie, no podía evitar el sentirme como una hormiga entre sus calles, los coches y la gente. Cuando caminaba por sus entrañas, observaba las caras de la gente y me preguntaba por sus vidas, a qué se dedicarían, si tendrían familia o no
Algo que me llamaba la atención era que no vi nunca a dos personas encontrarse y saludarse, como muchas veces sucede en mi ciudad, Zaragoza. Claro está que las diferencias son abismales, ya que Zaragoza únicamente tiene 800.000 habitantes. Sin embargo, es frecuente ir paseando por el centro de la ciudad y encontrarte a algún conocido. Yo no vi esto en el centro del DF (no quiero decir que no suceda), pero creo que si pasa se debe a una casualidad muy grande. De ahí se debe el nombre de mi proyecto, Anónimos, porque todo el mundo camina sin conocer al que le pasa por al lado, casi rozando su hombro.




22/11/09

Cosas que echaré de menos de México

Todavía me queda un mes en este país, con un largo viaje en mente para recorrer aquellos sitios que tengo en mente desde hace mucho tiempo y no he podido visitar todavía. Pero ya me está entrando la morriña por tener que agarrar un vuelo a finales de diciembre y regresar a España, porque dejo cosas muy buenas aquí. Quien sabe, puede que dentro de un tiempo vuelva otra vez aquí y recupere alguna de ellas. Éstas son algunas de esas cosas:

- Sentirme diminuto ante la inmensidad del DF
- Aunque lo hiciese siempre medio dormido, el camino de mi casa a la universidad
- Las calles de Guanajuato
- La fealdad de Toluca
- Los piques con Rodrigo
- Mi debut profesional en la radio gracias a mi profesora
- La amabilidad de los mexicanos
- Chez Jaime y Antonio, con su sofá siempre disponible cuando hiciese falta
- Los paseos desde el Zócalo a Bellas Artes
- El caos de Taxco
- Las conversaciones con Fabricio el taxista sobre borracheras, relaciones, viajes y planes de futuro.
- El tequila con su sangrita del Tenampa a ritmo de mariachis
- El duelo nunca realizado entre Pinzas Nadal y Pinche Polilla
- Los capuchinos con baileys del Café con leche, servidos siempre con una sonrisa de oreja a oreja y una amable conversación.
- Las expresiones fresa de Anahí
- La risa y los cantos de Larisa
- Las vistas desde el Gran Hotel
- Ir en la troca
- No haber podido conocer más y mejor a muchísima gente
- Los tacos, gringas, arrachera y demás comida mexicana siempre con su picante acechando.
- El día de muertos
- Pay y su acento cool
- Las caras de la gente del DF
- Los insultos de Julio cuando se equivocaba grabando en radio
- A la pitiminí de Lorena
- Las comidas en el Centro Cultural Español
- El Jacalito
- La Negra Modelo
- Que me digan carnal o joven

Se me quedan muchísimas más cosas, seguro. Además, esta lista se volverá más grande de aquí a un mes. Sé que cuando esté en el avión, despegando del DF, una gran tristeza me invadirá, pero todas las cosas que hay en esta lista, más las que no he puesto más las que faltan por poner, eso es algo que siempre va a estar conmigo. Dedicado a dos grandes mujeres de México.


5/11/09

Noche de velas y muertos

Terminan las clases y da comienzo el fin de semana. Pero este fin de semana no es uno más. Está marcado en el calendario de mucha gente desde hace meses, ya sean mexicanos o extranjeros. El ambiente festivo se palpaba ya en la universidad y en la ciudad de Toluca, con los puestos de comida, la feria de alfeñiques y la gente disfrazada.

Tras preparar un ligero equipaje, comenzaba el viaje rumbo a Morelia. La suerte es que en México, los autobuses son cómodos, así que es fácil conciliar el sueño si el viaje es de muchas horas como era el caso. La llegada no estaba prevista hasta las 8. Sin embargo, una de las características de México se presentó como casi siempre: los atascos. Es increíble la cantidad de coches y autobuses que circulan por el país.

Tras una hora de viaje extra por la retención, llega el momento de agarrar un taxi. Cualquier estación es siempre mejor que la de Toluca para este cometido. En dicha ciudad, da la impresión de encontrarte con una panda de buitres o hienas esperando a la presa fácil, en este caso los extranjeros. No tienen el menor reparo en tratar de engañarte e incluso hacerte ver que te están dando un buen precio. “Tenga en cuenta joven que a los extranjeros les cuidamos mejor, ya que los mexicanos no pagan tanto”, comentaba uno de ellos. Todo claro, al extranjero se le cuida mejor sacándole cuanto más dinero mejor, es lógico.

Tras comprar el boleto del taxi, la colonial ciudad de Morelia se presenta ante los ojos del viajero. Sus casas de piedra de uno o como mucho dos pisos invaden el centro. Como también lo invaden cantidad de jóvenes disfrazados dispuestos a asaltar a la gente con sus calabazas al grito de: “¡Calaveritas!”. La gente dirá lo que quiera sobre las tradiciones, la cultura…pero es innegable que la globalización ha hecho que muchas de ellas se vean completamente transformadas. En este caso, la tradición gringa de salir disfrazados a pedir dinero, dulces…

Morelia

Uno de los numerosos altares que se dedican a los muertos

Sin embargo, para tratar de conocer la auténtica celebración, lo mejor es desplazarse hasta pueblos como Patzcuaro, Tzintzuntzan o la isla de Janitzio. Patzcuaro puede parecer feo al principio, pero tiene un encanto especial. Sus calles empedradas, las casitas blancas y rojas, patios coloniales, los rótulos de los negocios todos ellos pintados alejados de la estética a veces hortera que se puede ver por la calle…Se podría decir que posee un encanto decadente. Un pueblo que puede hacer que desees perderte por sus calles tras haber pensado “Qué feo es”. La atracción de lo imperfecto.

Patzcuaro

Tzintzuntzan es el destino por excelencia para asistir a la celebración del día de muertos. El enorme tráfico que te encuentras ya es un indicativo de ello. Para un trayecto que normalmente es de alrededor de 15 minutos, se tarda alrededor de una hora y media. Lo mejor que se puede hacer, llevar buena música en el coche, un buen grupo de gente y paciencia, mucha paciencia. También se puede aprovechar para echar una cabezadita. Tras una noche bebiendo palomas y cantando rancheras, un sueño reparador nunca viene mal.

Tras aparcar el carro, el turista puede verse algo defraudado por lo que se encuentra a llegar a Tzintzuntzan. Lo que se encuentra uno para nada parece tradicional. De hecho, hasta llegar al panteón, lo que uno ve recuerda más a una feria que a una celebración donde se vela a tus muertos. Cientos de puestos de comida, de pulseras, collares, catrinas varias, sombreros, ponchos, elotes, gorditas, quecas…con todos sus colores y olores se agolpan en la travesía hacía el cementerio. Puede que esto tenga algo que ver con lo que se oye acerca del carácter de los mexicanos frente a la muerte. Por lo visto es algo que dista mucho de cómo la conciben los españoles por ejemplo, como algo triste. Para los mexicanos este día se supone que es algo distinto, no de llanto y lágrimas, sí de alegría y júbilo, ya que reciben la visita de sus seres queridos.

Danzantes en Tzintzuntzan

Y se supone, porque lo que uno se encuentra al entrar a un panteón, no son precisamente caras de alegría y fiesta. De hecho, las caras que se pueden observar denotan tristeza y solemnidad. Incluso caras de resignación de muchos que están velando a su gente, ya que tienen que ver como miles de personas pasan por delante de sus tumbas, se paran, hacen una foto al altar y continúan. Sin interesarse por quien está ahí, sin un mísero “Le acompaño en el sentimiento”, algo. Lo único que pueden hacer es mirar, callar y cómo mucho avisar de que vayan con cuidado, ya que están pisando la tumba.

Panteón de Tzintzuntzan

Tumbas para las que los familiares invierten muchísimo tiempo en decorar. Los cementerios se llenan de flores naranjas de cempasúchil y velas. Miles de ellas iluminan la noche en el panteón, y es que se supone que la luz de las velas indica el camino a los muertos.

Al llegar la mañana, las velas se han ido apagando poco a poco. Los familiares, descansan amontonados unos contra otros para combatir el frío que han tenido que soportar toda la noche. Y los muertos hacen su camino de regreso tras su visita a sus seres queridos. Para el resto de la gente, queda el camino de regreso a terminales de autobuses con buitres esperando en la puerta.