21/2/10

La inevitable caída en el olvido

Las personas olvidamos. Y a la vez somos olvidadas. Muchas veces porque nos lo ganamos, otras por necesidad, otras por un simple descuido... Lo jodido es cuando olvidas sin poder hacer nada para remediarlo. Por circunstancias de la vida, llega un momento en que tanto para ti como para otras personas cambia lo que suponían para ti o lo que tu significas para ellas, y poco a poco, por descuido, por no querer evitarlo, por lo que sea, pasas a un rincón oscuro. Lo bueno es que un simple gesto te devuelve a ti o al resto a la luz donde siempre habías estado.
Como decía antes, lo peor es cuando no puedes estirar el brazo para volver a traer a esas personas hacia ti. Cuando lo único que pasa es que poco a poco, de una manera lenta, todos los recuerdos que tenías en la cabeza sobre alguien se borran hasta llegar al punto de no reconocer a quién tienes delante de ti. Lo más jodido todavía es que no eres consciente de ello, quien realmente se da cuenta de ello son los olvidados, y además de darse cuenta, lo sufren muchísimo.
Recuerdos de miles de veranos en el pueblo, en la viña recogiendo uva o moras en el camino hacia el huerto para recoger verduras o regar. Recuerdos de navidades cantando villancicos, de cumpleaños, de paseos por el parque, de sobremesas tras el melocotón con vino, de esa tarta de crema de café...
Poco a poco pasan a formar parte de una nada, de un limbo, de un pozo del que sabes que esa persona no va a poder recuperar, porque ni siquiera es consciente de que se encuentran allí. Así que si tenéis la oportunidad, no olvidéis.

12/2/10

Hay que alegrarse por el bien de los demás

Paseaba por la calle. Una madre llevaba a su niña en brazos. La cara de la niña se veía triste y con los ojos rojos, así que debía de haber llorado hace poco. Las dos pasaron por delante de mí, y alcancé a oír lo siguiente: "Marta, tienes que alegrarte por el bien de los demás". La niña no debía de tener más de cuatro años, pero estaba recibiendo una sabía lección.

Alegrarnos por el bien de los demás, algo que deberíamos hacer más a menudo, pero nuestra naturaleza egoísta nos lo impide. Por A, B o C, siempre vamos a tener "celos" de aquel que tenga más nota que nosotros en un examen, que consiga un trabajo mejor que el nuestro, que su vida le vaya mejor, que...

Y es una lastima. Porque considero que siempre es mejor estar contento y alegre por alguien cercano a ti, en lugar de que te venga un sentimiento de envidia. Creo que en muchas ocasiones, nuestra madre tendría que cogernos en brazos (o de la mano en su defecto porque yo por lo menos ya estoy algo crecidito), mirarte a los ojos y decir: "Hijo mío, tienes que alegrarte por el bien de los demás". Seguro que así viviríamos más felices.