20/9/09

Si tuviese que elegir un sentido, ¿cúal sería?

Esta pregunta viene a mi cabeza porque el domingo, aprovechando una de mis típicas escapadas al DF, pasé por el museo Franz Mayer. Después de ver la exposición 300% Spanish Design y cruzar momentaneamente el charco, decidí recorrer el resto del museo. Es algo que me encanta hacer. Caminar y caminar entre obras de arte y gente mirando como yo. Muchas veces me pregunto qué pensaran cuando se paran en el mismo cuadro que estoy mirando yo. Total, que recorriendo el museo, encuentro una sala en la que está la siguiente exposición: "Arte con sentido". Básicamente consistía en una sala casi en oscuridad total. Te daban un antifaz y unos cascos, y lo divertido y original es que ibas a ciegas utilizando tus manos para "ver" los cuadros, esculturas y fotografías que había. Las fotos habían sido reveladas de manera especial para que se resaltasen sus contornos, y enchufando tus cascos a un Ipod, una voz iba "dibujándote" la fotografía en tu cabeza mientras la recorrías con los dedos. Las fotos además habían sido realizadas por invidentes. Una película lo explicaba, y algo se me ha movido por dentro. Es increíble y admirable el afán de superación de mucha gente. Y al ver esa película y la exposición, una pregunta ha venido a mi cabeza. Si tuviese que elegir un sentido, sólo uno, ¿cuál sería?. Una muy difícil pregunta y una todavía más difícil respuesta. ¿La vista? Creo que de primeras todos (o casi todos) nos lanzaríamos a por ese. Ver la cara de las personas a las que quieres, un amanecer, un paisaje increíble... ¿Pero que es la vista sin sonido? Una voz que te transmite paz y calma, una risa que te alegra el día, una canción que te hace llorar... De acuerdo. ¿Pero y el olfato? Dicen que un olor es capaz de traer a tu mente más recuerdos que ningún otro sentido. Y he de decir que en muchas ocasiones me ha pasado esto. Ir por la calle, percibir un aroma y viajar muchos muchos años atrás. ¿Y el gusto? Ese saborear una buena comida, notar el dulce de las chucherías, comer algo que te lleva también a otros lugares... Y nos queda el tacto. Sentir una caricia que haga que se te pongan los pelos de punta. notar un cuerpo contra otro, o el simple roce de una mano contra otra. Sinceramente, no puedo decidirme por elegir uno de ellos. Todos ellos son imprescindibles y son complementos ideales. Simplemente me he dado cuenta de lo afortunados que somos en ocasiones y lo poco que nos damos cuenta de ello.


17/9/09

Y por fin he podido ver las estrellas...

Mi vida mexicana sigue más o menos igual, sin sobresaltos. Excursiones varias al DF, vida universitaria, reencuentros con amigos que no sé ni cuándo ni dónde los volveré a ver...Poco a poco me voy adaptando mejor a esta (breve) etapa. Voy conociendo a más gente, y se afianza en mi cabeza el pensamiento, idea, sentimiento...de que los mexicanos son gente de una amabilidad infinita. Hace dos días pude comprobarlo. Con motivo del grito que el presidente iba a lanzar desde el balcón del Palacio Nacional, me dirigí el martes por la tarde a Ciudad de México.



No llegué a ver el grito en si (una lástima, ya que era mi objetivo principal), pero luego, en compañía de nuestros cicerones en la gran ciudad, nos dirigimos a una fiesta mexicana. En mi cabeza estaba la típica fiesta, de gente en un piso bailando y bebiendo. La fiesta en cuestión resultó ser una fiesta mexicana "familiar". Mi cara al entrar debió de ser un poema, y creo que por la cabeza de todos pasó el mismo pensamiento: "Locurón". Sin embargo, no pude sentirme más cómodo y a gusto. Y es que es por eso. Los mexicanos hacen lo posible porque te sientas cómodo sin casi darte cuenta. Risas, chistes, gritos (esta vez sí) de viva México...



Lo mismo pasó cuando fuimos de excursión al volcán del Nevado. Como disponíamos de un coche de alquiler, decidimos ir al pueblecito de Malinalco. Un cartel llamó nuestra atención: Degustación de tequila. No necesitábamos más. Ya dentro de la tienda, fue algo muy parecido a sentirte como en casa, como con gente que conoces de hace tiempo y que en realidad has conocido hace cinco minutos. Incluso Miguel (un hombre que nos deleitó con sus habilidades con el alemán y el japonés) nos ofreció quedarnos en su casa si hacíamos bola (por lo que me pareció entender, creo que era apretarnos todos mucho ya que su casa estaba ocupada en ese momento). Pero el ofrecimiento estuvo ahí. Después de degustar unos tequilas caseros mezclados con lima y con mango, uno de ellos nos abrió de propio su galería de arte. Mi cabeza estaba volando por decirlo así. A la grandeza del volcán, la sensación de aire puro y las nubes rodeándote a casi tres mil metros de altura, se sumaba la amabilidad de la gente que acabábamos de conocer y unas obras de arte preciosas. Fue el broche perfecto. Esta tierra me está enamorando poco a poco, y cada día más.



Y hoy, volviendo a casa, tras una gran tarde de risas con Julio, Checo, Larisa, Jorge y más, me ha sorprendido que no ha llovido en todo el día. Entonces, es cuando he alzado los ojos al cielo, y sí, ahí estaban. Brillando como nunca había podido verlas. La última vez que se ma presentaron así fue en España. Hoy, he podido ver las estrellas brillar en Toluca. Y siguen igual de bonitas que como las recordaba.