29/8/09

El príncipe gatuno

La mayoría de las veces que te vi, siempre estabas en la misma postura, completamente repantingado en tu esquina del sofá. Entraba, levantabas un poco la cabeza, y te acariciaba. Otras, más activo, caminabas por casa con esa elegancia que solo tú tenías. Casi siempre acudías a la cocina, bien porque allí tenías tu comida o porque era una de las zonas con más actividad de la casa. También te encantaba cuando te abrían la puerta principal y podías disfrutar de una breve escapada. Puede que no fuese tan emocionante como la que tuviste en Serón, pero no estaba mal. Mucho de lo que conozco de ti es por historias que me han contado (como cuando te quedaste atascado en un minihueco todo el día, la ya citada de Serón...).
Hoy estoy triste, porque ya no te veré más. Me he enterado que has hecho una escapada más larga. Sin embargo, los once años que has vivido con tu familia (porque no eras una mascota, eras un miembro más), todo su amor y cariño (que ha sido infinito), sus caricias y bonitas palabras, te van a acompañar siempre. Allí donde estés, en esta nueva escapada, derrochando tu elegancia con tu pelo azabache, sé muy muy feliz.


24/8/09

El único momento luminoso en la vida de ambos sucede cuando se besan

Es una frase que Isabel Coixet dice en una entrevista en El País Semanal acerca de los protagonistas de su nueva película, "Mapa de los sonidos de Tokyo". Lo tengo ahí delante en la mesa de mi salón (por llamarle así) mientras escribo esto. Esta última semana ha ido sin más, a excepción de una nueva escapada a Ciudad de México. Este país me está gustando cada vez más, y sobre todo me encanta la sensación de todo lo que voy a conocer de él. Cada vez voy descubriendo algo nuevo. Lugares, personas, sensaciones...cosas que voy a guardar para mi y de las que me voy a acordar siempre. Momentos que contaré a mucha gente, aún cuando sean historias que haya repetido una y mil veces. Historias que nunca olvidaré. Son sólo cinco meses los que voy a pasar aquí, pero van a ser cinco meses que me van a marcar. Mucho.

19/8/09

Os echaré de menos, pero cuando os acordéis de mi, hacedlo con una sonrisa

Suena algo macabro, pero así es como comenzó una de mis clases en el TEC. Llegué tarde porque me equivoqué de edificio (era mi primera semana, algo totalmente justificado). Al entrar, muchos pares de ojos mirándome. Estupendo, con lo que me encanta ser el centro de atención. Nada más sentarme, la profesora se me acerca y me dice: " Dibújate tal y como te sientas ahora". Así que dibujé mi cara sonriente (ese día no estaba para tirar cohetes, pero en lineas generales, la alegría supera a las tristezas que pueda tener). Al rato, la profesora nos dijo que escribiésemos la frase que nos gustaría que hubiese en nuestra lápida. Menudo papelón. Mi frase es la que da nombre al post. Lo mejor de todo es que luego tuvimos que ir saliendo uno por uno a explicar porqué nos habíamos dibujado de tal manera y porqué esa frase. Más estupendo todavía, si hablar delante de la clase ya me da un no se qué, hacerlo el primer día delante de un montón de gente que no conozco lo hacía todavía más fácil.
La verdad es que el ritmo de las clases es muy diferente a lo que estaba acostumbrado en España. Aquí tenemos que hacer trabajos todas las semanas, y lo que me parece más curioso (y más putada) es que pasan lista en todas las clases. Como faltes a 4, aunque sea por enfermedad, te haya secuestrado un grupo de narcos o lo que sea, pierdes derecho a examen. Sin embargo, este nivel de exigencia contrasta con lo que es luego el nivel de las clases, el cual no me parece muy alto.
Estaba esperando con muchísimas ganas el viernes. La semana no había ido muy bien, supongo que por eso de la adaptación, echar de menos a la gente...Así que nada mejor que poner rumbo a DF. Dicho y hecho, hice la mochila (a lo Labordeta) y nos dirigimos a la estación de autobuses para coger el caminante que nos llevase a la capital.



Después de una hora y media de autobús y unos 20 minutos de taxi, llegamos a la plaza del Zócalo. Me impresionó, después de haberla visto en tantas fotos, pero dio la casualidad de que habían plantado una carpa inmensa y hacia que la plaza perdiese parte de su encanto. Bajo la lluvia, nos dirigimos a buscar hostal. Plantados en una esquina, buscando una calle en la guía, vi un hostal justo al lado nuestro, en la calle de la República de Guatemala. Decidimos probar suerte y vaya si la tuvimos. Las dos noches, con desayuno y cena ligera incluida, por 15 euros en pleno centro de México.
Después de dejar las cosas, recibí la llamada de Pem. ¡Genial! Ya no tendríamos que ir a ciegas por esa inmensa ciudad. Fuimos a cenar unas tortas que madre mía como estaban y nos encontramos con ella y sus amigos en el Centro Español. La verdad es que me sorprendió porque me esperaba otra cosa, pero para empezar la noche es un sitio que no esta nada mal.
Tras tomar la primera, Pem nos llevó a la plaza Garibaldi al Tenampa. Grupos de mariachis recorrían las mesas ofreciendo sus canciones, mientras la gente bebía cerveza, tequila, margaritas...Paula me enseñó como se toma el tequila a la mexicana, y descubrí la sangrita (una especie de zumo de tomate para rebajar al tequila).



Tras una botella de tequila, varias cervezas, canciones de mariachis y muchas risas, nos dirigimos al Terminal (creo). Muy buen ambiente, aunque el repertorio del dj no fuese muy bueno. Ya de madrugada, decidimos que era hora de irse a casa por lo que nos esperaba al día siguiente, Xochimilco. Después de unas cuantas canciones populares (camareroooooooo....) y un trayecto de taxi, me fui a dormir muy muy contento.
Sin embargo, a la mañana siguiente me desperté con un cuerpo rumbero que madre mía. Estuvimos de visita por la catedral y nos pusimos rumbo a Xochimilco para encontrarnos con Pem y los demás. La mayoría venía también algo perjudicado (destacar la historia de los tacos de pastor de Jaime) pero el plan pintaba muy bien. Consistía en montarnos en unas barquitas y beber cervezas y comer mientras íbamos por unos canales. Tras unas duras y para nada exitosas negociaciones sobre el precio (los mexicanos son unos expertos en esto) nos montamos en nuestra trajinera y pusimos rumbo al norte (o donde fuese). Fue una tarde muy divertida, a excepción de (como no) la lluvia, que tenía que hacer su acto de presencia.



Tras las trajineras, nos dirigimos a Coyoacán y recorrimos su mercadillo, y como no, nos paramos en una cantina a tomar unas chelas. Tras las cervezas, fuimos a cenar auténticos tacos mexicanos. Yo probé los de pastor (deliciosos), aunque salí escaldado con uno al confundir una salsa que parecía güacamole con salsa de chile verde. Basta decir que la cerveza cayó casi entera. Tras un mojito en un pub, los que sobrevivíamos de Toluca nos retiramos pronto, ya que habíamos madrugado y al día siguiente nos esperaba más pateo.


Nuestro primer destino la mañana del domingo, aprovechando la cercanía del hostal, iba a ser el Palacio Nacional para ver el mural de Diego Rivera. Fracaso. Había manifestaciones en la plaza y estaba cerrado. Decidimos dirigirnos entonces al Palacio de Bellas Artes, ya que ahí había otro. Mereció mucho la pena, es impresionante el simbolismo, las figuras, los colores...Además, había una exposición de Tamara Lempicka, una pintora de Polonia que desarrolló la mayor parte de su obra en París pintando cuerpos de mujeres desnudas.



La verdad es que se agradece visitar un museo de vez en cuando, me gusta pasear por ellos, pararme, mirar, seguir caminando, volver a mirar. Me gusta porque no necesitas mucho. Por la tarde pusimos rumbo a la Casa Azul donde vivieron Frida y Diego Rivera. Una casa llena de recuerdos, libros, pinturas, fotografías...Una visita que mereció mucho la pena por la historia y todo lo que se respiraba en sus habitaciones y sus jardines.





Finalmente llegó el momento de volver a casa, a nuestro pequeño Toluca. El cambio es radical, México DF es una ciudad monstruosa, pero a la vez, cálida. Para nada te da la impresión de que estas en la capital más poblada del planeta. Esta ha sido mi primera visita, pero sé que no será la última. Llevo dos semanas aquí, y poco a poco me voy adaptando mejor (creo) a mi nueva etapa. Sinceramente ha habido momentos en los que me gustará estar en España, pero con todos los viajes que me esperan, la gente que voy a conocer, experiencias que voy a tener, es un pensamiento que desaparece rápido. Buenas noches.

8/8/09

Comienza mi aventura mexicana

La verdad es que no se muy bien por donde empezar. Supongo que lo mejor es hacerlo por el principio, mis últimas horas en Zaragoza. Por la mañana continúe con mis despedidas, esta vez de Celia, una gran amiga a la que voy a echar mucho de menos. Por fin, después de comer, me decidí a hacer las maletas. En una hora, las tenía echas, con todo lo que creía que necesitaré en México.

Principalmente, ropa (creo que el nudismo no está muy bien visto). Ya por la tarde, mi ultima despedida, en esta ocasión de Fran. Y para hacerlo más surrealista, creo que mi última Coca - Cola me la tome en un prostíbulo...Algo raro porque en la puerta estaba el típico cartel de bar anunciando croquetas, bocadillos y demás, pero el interior era cuanto menos sospechoso. Y ya de vuelta, terminar de preparar el equipaje de mano y a la estación de autobuses. De camino se mezclaban en mi diferentes sensaciones, principalmente los "nervios buenos" que le digo yo. Una sensación de querer estar ya allí pero por otra parte de decir "Madre mía, donde voy". Pero esto es algo que he estado preparando durante muchos meses, muchas horas, muchas conversaciones, y no iba a dejar que el miedo se hiciese mayor que las ganas. El despedirme de mis padres fue lo más triste supongo, pero ellos sabían las ganas que tenía de hacer esto, y nunca me dijeron que no, al contrario (mi madre incluso no lloró, por lo menos conmigo delante).
Ya en el autobús, hice casi todo el camino durmiendo, cosa que quería evitar para llegar cansado al avión y que el viaje se hiciese menos pesado, pero los marmotillas es lo que tenemos.
En Madrid la espera se me hizo corta (incluso eché una minicabezadita en la puerta de embarque).


Antes, facturar el equipaje. Casi tengo problemas con el peso, pero no contaban con mi flor en el culo y me conseguí escaquear. El momento de montarme en el avión a Frankfurt fue cuando realmente dije: "Gabi, esto comienza ya". De nuevo, no se como lo hice, pero antes de despegar estaba ya dormido, no me enteré de nada.
Y de nuevo más tiempo de espera en mi camino a México, esta vez en el aeropuerto de Frankfurt. En ese momento se hizo más patente en mi la sensación de que por momentos esto me quedaba grande, supongo que por el hecho de verme solo a punto de coger un monstruoso Boeing camino a un país más gigante que ese avión. En la sala de espera ya pude comenzar a ver y escuchar lo que iba a estar viendo y escuchando durante cinco meses. He de decir que me encanta el acento mexicano (y seguramente, con lo que soy yo, vuelva loca a la gente cuando aterrice en España durante un tiempo).
El viaje a México se me hizo menos pensado de lo que pensaba. Únicamente me fastidio el hecho de que la mujer de delante me tiró encima la cerveza al reclinar su asiento, pero bueno, estas cosas pasan. Como dato curioso, decir que me tocó ver "17 otra vez", esa maravilla del séptimo arte protagonizada por Zac Efron (este chico acabará ganando un oscar, cuidado). Y de repente, apareció ante mis ojos. Cubierta de nubes, pero eso no le quitaba belleza. Una ciudad inmensa. Ya me lo habían avisado: "Pierde cinco minutos en mirar por la ventana". Recordé esas palabras que me habían dicho, y la verdad es que fue un buen consejo. Es imposible llegar a ver el final de la ciudad. Aunque no iba a vivir en México DF, sabía que la iba a pisar en numerosas ocasiones, y eso me encantaba. Una ciudad con tanta historia, tantos rincones maravillosos por visitar, por fotografiar, por contemplar, lugares de los que hablar a la gente.
Tras recoger el equipaje y solucionar los trámites de pasaporte y demás, Ernesto vino a recogerme. Ya me lo había avisado Cris, que estaría con un cartelito (a lo VIP, como mola!!). Pero que decepción cuando vi en el cartel el nombre de un tal Sergio Lechón...Supuse que no habría muchos más lechones en el vuelo (aunque alguno que otro si que había...). Efectivamente era mi taxista. Me llevó a su taxi y pusimos rumbo a Toluca, concretamente a Casa Real del Bosque (o la Comarca Hobbit como me gusta llamarla a mi).


Y cual fue mi sorpresa al ver que la primera canción que escuchaba en México, era "Piensa en mi" de Luz Casal. Muy curioso.
Más curioso todavía fue el hecho de que casi tenemos un accidente sin ni siquiera llevar una hora en el país (toda la gente que se preocupaba por mi y la gripe A, debería de preocuparse de como conducen los mexicanos).
Tras una hora de coche, llegué a la que va a ser mi casa durante estos cinco meses. Toluca me recibía con lluvia, igual que me despidió Zaragoza. Ya en casa, mis compis Cris y Jordi se lo habían currado mucho con una pancarta, el salón lleno de globos, tortilla de patata...


Tras unas cervezas, el cansancio empezó a aparecer y decidí ir a la cama, no sin antes deshacer las maletas (soy muy maniático para según que cosas, y deshacer las maletas es una de ellas, tal vez porque hace que me sienta un poquito más como en casa). Esa noche dormí como un bebé.
A la mañana siguiente, examen de inglés para ver que nivel tenía cada uno. Me di cuenta que mi inglés estaba algo oxidado, pero en líneas generales salió bien. Después a comer deprisa (sopa picante y albóndigas todavía más picantes. El postre al menos no picaba, pero tenía una textura muy rara) y a casa a preparar mi matrícula (si, el CEU funciona así de bien, menos mal que Noelia, la encargada de relaciones internacionales del TEC, hace que tu adaptación sea muy muy sencilla).



Y tras todo esto, a casa a descansar un poquito, ya que por la noche salíamos por ahí. Lucia (República Checa), Diana y Daniela (Ecuador) se iban a venir con nosotros a Metepec, una especie de barrio/ciudad cerquita de Toluca. Al llegar, parecía que ningún bar estaba bien. ¿Qué hacer en estos casos? Preguntar a alguien del lugar. Y así es como conocimos a Diego, Luis y Javier. Estuvimos tomando cervezas en un bar (del cual no recuerdo su nombre) y después fuimos al Mantra. Tras sobornar al portero para que nos dejase pasar (ya que Daniela y yo no teníamos la "credensial", esto es, el carnet de la universidad), me vi envuelto en un torbellino de salsa y regetton. Efectivamente no iba lo suficientemente borracho como para que eso me diese igual. El machaconeo de la música, más el cansancio que todavía duraba, hizo que una retirada a las 3 y media de la mañana me pareciese la opción más sensata. Sobre todo teniendo en cuenta que a la mañana siguiente tocaba madrugar para ir con la gente de la universidad a Toluca, en una excursión organizada por el TEC. Lo que fue esta excursión, se puede resumir en una palabra: ojete (menos la parte en la que visitamos Toluca)



Y ahora a las 10:30 de la noche del sábado me encuentro terminando de relatar como están siendo mis primeros días en México. He de reconocer que al principio me daba algo de miedo. Ahora, quiero que este país me envuelva, que me hechice del todo, que haga que en diciembre me cueste volver a España. Quiero que haga que recuerde esta experiencia durante toda mi vida.