9/12/08

El camellero y el adivino


El camellero no era guerrero, y ya había consultado algunos adivinos. Muchos habían dicho cosas ciertas, otros habían dicho cosas equivocadas. Hasta que uno de ellos, el más anciano, preguntó por qué el camellero estaba tan interesado en saber su futuro.
-Para que pudiese hacer las cosas -respondió el camellero-. Y cambiar lo que no me gustaría que sucediese.
-Entonces dejará de ser tu futuro -repuso el adivino.
-Tal vez, entonces, quiero saber el futuro para prepararme para las cosas que vinieren.
-Si fuesen cosas buenas, será una agradable sorpresa -dijo el adivino-. Si fuesen cosas malas, estarás padeciendo mucho antes de que acontezcan.
-Quiero saber el futuro porque soy un hmobre -dijo el camellero-. Y los hombres viven en función de su futuro.
el adivino guardó silencio unos instantes. El era especialista en el juego de varitas, que se echaban al suelo y se interpretaban según el modo como caían. Aquel día no jugó a las varitas. Envolviólas en el pañuelo y las volvió a guardar en el bolsillo.
-me gano la vida adivinando el futuro de las personas -dijo-. Conozco la ciencia de las varitas y sé cómo utilizarla para penetrar en este espacio donde todo está escrito. Allí puedo leer el pasado, descubrir lo que ya fue olvidado y entender las señales del presente.
>>Cuando las personas me consultan, no estoy leyendo el futuro, estoy adivinando el futuro. Porque el futuro pertenece a Dios, y él sólo lo revela en circunstancias extraordinarias. ¿Y cómo consigo adivinar el futuro? Por las señales del presente. En el presente es donde está el secreto; si quieres prestar atención al presente, podrás mejorarlo. Y si mejoras el presente, lo que sucederá después también será mejor. Olvídate del futuro y vive cada día de tu vida en las enseñanzas de la Ley y en la confianza de que Dios cuida de sus hijos.