4/5/11

Vuela esta canción para ti...

3/5/11

Arena entre las manos

Impotencia. Es lo que siento ahora mismo. Como reza el título de esta entrada, es igual que cuando estás en la playa y coges un puñado de arena, y poco a poco se va deslizando por entre tus dedos.
Por primera vez en mucho tiempo me encuentro en una situación en la que poco o muy poco está bajo mi control. Una situación en la que dependo de otros. Y me asusta. Más bien me aterra. Es una sensación que me atenaza por dentro. Muchos objetivos en mente, muchos planes, muchos proyectos. Demasiados. Y si no puedo llevar alguno de ellos a cabo, habrá sido un fracaso.
Lo peor de todo es no tener la capacidad de decidir en última instancia. Sé que tengo el potencial para maravillar, para dejar a la gente con la boca abierta, muchísima capacidad de sacrificio e ingentes cantidades de esfuerzo e ilusión. Pero me aterra el que no se me dé la oportunidad de demostrar todo eso, de no poder enseñarle a la gente todo lo que soy capaz de hacer y todo lo que llevo conmigo.

El Carmen, Valencia

2/5/11

Cambiar, ¿para qué?

Es una pregunta que no deja de darme vueltas por la cabeza. En la naturaleza del ser humano, desgraciadamente, además de muchísimas virtudes, está la de cometer errores. Y parece que en mi naturaleza propia soy abonado a esa. En mi favor diré que no es la más característica en mí, pero de vez en cuando meto la pata hasta el fondo, y lo peor es que muchas veces no se el porqué lo hago, porqué actúo de esa manera.
Sin embargo, sé reconocer mis errores, y echar toda la carne en el asador cuando hay que enmendarlos. "Sí claro, pero el daño ya está hecho". Desde luego. Y es algo que nunca olvido, porque por culpa de esos fallos, sin querer, sin saber porqué, normalmente salen malparadas personas a las que más quiero.
Pero como digo, si hay que corregirlos soy el primero en poner soluciones a ello, en tratar de arreglar aquello que haya podido romper. La pena es que me estoy empezando a dar cuenta de que todo ese esfuerzo no sirve de nada. Y es algo que me pone muy triste. Sin embargo, un muy buen amigo, una persona muy sabia, ha tenido hoy unas palabras que no deben caer en saco roto: "Gabi, no debes atormentarte. Puede que ahora no lo veas, pero tú lo has intentado. De aquí a un tiempo te darás cuenta que has intentado cambiar las cosas, y no te quedarás con la sensación de no haberlo hecho, de no haberlo intentado".
Así pues, aunque el cambiar no sirva para nada, yo seguiré intentándolo.

8/4/11

El fin de semana perfecto...

...si hubieses estado aquí. Nos hubiésemos encontrado, y ya en mi casa, nos hubiésemos puesto nuestras mejores galas para salir a darlo todo. Además, ¿qué podría salir mal en un acústico de Santi Balmes y una posterior sesión con los mejores temas de Love of Lesbian?.


Tras el cambio de vestuario y una sesión larga de besos desatados, saldríamos a cenar. El sitio daría igual, tal vez algún garito de La Latina, Fuencarral... Lo único imprescindible serían las cervezas y las risas, y una historia detrás de otra.
A continuación, directos a la sala Yastá, a disfrutar de las letras de Santi y a bailar y seguir cantando sus temas hasta no poder más. De camino a casa, agarrados de la cintura, volveríamos cantando por la calle, cual fan de John Boy.


Y de nuevo, más besos, risas y puede que una cerveza más. Ya en nuestro refugio, nos dejaríamos llevar por nuestro amor desenfrenado antes de caer rendidos hasta la mañana siguiente.
El sol entraría por la ventana. Besos y caricias de buenos días. Y un desayuno acorde con el momento en la terraza. Tostadas, café, zumo y, si me encuentro con fuerzas, algún croissant recién comprado.
Tras esto, rumbo al Reina Sofía a disfrutar de sus exposiciones, perdernos entre sus fotos y sus salas. Y al salir, rumbo al retiro, a disfrutar de un picnic tirados en cualquier lado. Daría la sensación de que el tiempo no pasa, y nos empaparíamos del calor de los rayos del sol, cayendo durante un momento dormidos, con tu cabeza recostada sobre mi hombro, el cielo azul encima de nosotros y margaritas rodeándonos.





Tras conseguir desperezarnos, rumbo a la terraza del Círculo a disfrutar de las mejores vistas de Madrid y, tal vez, de alguna exposición de fotos. Recorreríamos cada lado de la terraza, señalando los diferentes lugares que veríamos. Y mientras la gente pone rumbo al ascensor para abandonar la terraza, ya casi vacía, nos miraríamos y nos besaríamos. De Madrid al cielo.





La noche del sábado sería más improvisada, nos dejaríamos llevar por lo que nos apeteciese en cada momento, sin planificar nada. Y terminaría siendo una noche para el recuerdo.
Ese sería un fin de semana perfecto. Por desgracia no puede ser, y se tendrá que quedar en el imaginario de los lugares bonitos, aquél en el que se quedan pensamientos como este. Momentos tan bonitos que merecen ser recordados aunque no hayan pasado.




5/4/11

El Nevado de Toluca

Hoy ha sido un día muy curioso. He llegado al trabajo como siempre, en el mismo tren, el mismo autobús. Y he tomado mi mocaccino de siempre con la gente de siempre.
Pero entonces, al encender el ordenador y hacer un repaso de la actualidad, mis ojos no han podido evitar fijarse en una noticia. Más concretamente en una foto. Juan Rulfo, el escritor, en el Nevado de Toluca. Y de repente multitud de recuerdos han venido a mi cabeza, en concreto del día en el que mis pies pisaron ese mismo lugar.


Me encanta como las imágenes te traen miles de recuerdos en segundos. Eso mismo me pasa con un olor. Me encanta cuando voy por la calle, el metro...y de repente, un olor que me es familiar, me evoca imágenes, rostros, situaciones que creía olvidadas, y me dejo llevar completamente por él.
Pero volvamos a la foto. En ella, una imagen de los años 50, se ve al escritor mirando hacia el horizonte. En el fondo del valle, las lagunas del Sol y de la Luna.
A orillas de una de las lagunas es donde junto a Jaime, Cris, Jordi y Luci, repusimos fuerzas con unos ricos bocatas después de una intensa caminata para llegar hasta allí . Y tras eso, con la brava "chica checa" (todos nos reíamos al decir esto), me aventuré a subir colina arriba, hacia donde mira Rulfo.
Mi equipación tal vez no era la ideal (unas Converse y vaqueros), sobre todo viendo a Luci y a dos montañeros que descendían. Pero eso no me echó para atrás. Continuamos subiendo, llegando hasta donde empieza la parte más oscura de la montaña situada más a la derecha de la imagen. Recuerdo que las vistas eran impresionantes.
Pero lo que mejor recuerdo es que de repente me vi envuelto por nubes blancas, nubes que parecían de algodón. Aparecieron de la nada y nos rodearon por completo. Donde antes estaba el valle, ahora únicamente había un manto blanco impenetrable. He de decir que por un momento me preocupé pensando que tardaríamos en bajar. Pero de repente, tal y como llegaron, se marcharon.
Pareció que simplemente querían mostrarse, cubrir lo que antes se veía con total claridad durante unos minutos, y proseguir con su camino hacia otros valles y montañas. Pero esos valles y montañas jamás serán tan especiales y bonitos como aquél donde se juntan la Luna y el Sol.


Vistas desde lo alto de la colina.

Justo a los pies de la montaña que mira Rulfo.

Este es la vista, algo más baja, que tenía el escritor.

La laguna de la Luna.






27/3/11

Incendios de nieve



20/3/11

Me la dedico