8/8/09

Comienza mi aventura mexicana

La verdad es que no se muy bien por donde empezar. Supongo que lo mejor es hacerlo por el principio, mis últimas horas en Zaragoza. Por la mañana continúe con mis despedidas, esta vez de Celia, una gran amiga a la que voy a echar mucho de menos. Por fin, después de comer, me decidí a hacer las maletas. En una hora, las tenía echas, con todo lo que creía que necesitaré en México.

Principalmente, ropa (creo que el nudismo no está muy bien visto). Ya por la tarde, mi ultima despedida, en esta ocasión de Fran. Y para hacerlo más surrealista, creo que mi última Coca - Cola me la tome en un prostíbulo...Algo raro porque en la puerta estaba el típico cartel de bar anunciando croquetas, bocadillos y demás, pero el interior era cuanto menos sospechoso. Y ya de vuelta, terminar de preparar el equipaje de mano y a la estación de autobuses. De camino se mezclaban en mi diferentes sensaciones, principalmente los "nervios buenos" que le digo yo. Una sensación de querer estar ya allí pero por otra parte de decir "Madre mía, donde voy". Pero esto es algo que he estado preparando durante muchos meses, muchas horas, muchas conversaciones, y no iba a dejar que el miedo se hiciese mayor que las ganas. El despedirme de mis padres fue lo más triste supongo, pero ellos sabían las ganas que tenía de hacer esto, y nunca me dijeron que no, al contrario (mi madre incluso no lloró, por lo menos conmigo delante).
Ya en el autobús, hice casi todo el camino durmiendo, cosa que quería evitar para llegar cansado al avión y que el viaje se hiciese menos pesado, pero los marmotillas es lo que tenemos.
En Madrid la espera se me hizo corta (incluso eché una minicabezadita en la puerta de embarque).


Antes, facturar el equipaje. Casi tengo problemas con el peso, pero no contaban con mi flor en el culo y me conseguí escaquear. El momento de montarme en el avión a Frankfurt fue cuando realmente dije: "Gabi, esto comienza ya". De nuevo, no se como lo hice, pero antes de despegar estaba ya dormido, no me enteré de nada.
Y de nuevo más tiempo de espera en mi camino a México, esta vez en el aeropuerto de Frankfurt. En ese momento se hizo más patente en mi la sensación de que por momentos esto me quedaba grande, supongo que por el hecho de verme solo a punto de coger un monstruoso Boeing camino a un país más gigante que ese avión. En la sala de espera ya pude comenzar a ver y escuchar lo que iba a estar viendo y escuchando durante cinco meses. He de decir que me encanta el acento mexicano (y seguramente, con lo que soy yo, vuelva loca a la gente cuando aterrice en España durante un tiempo).
El viaje a México se me hizo menos pensado de lo que pensaba. Únicamente me fastidio el hecho de que la mujer de delante me tiró encima la cerveza al reclinar su asiento, pero bueno, estas cosas pasan. Como dato curioso, decir que me tocó ver "17 otra vez", esa maravilla del séptimo arte protagonizada por Zac Efron (este chico acabará ganando un oscar, cuidado). Y de repente, apareció ante mis ojos. Cubierta de nubes, pero eso no le quitaba belleza. Una ciudad inmensa. Ya me lo habían avisado: "Pierde cinco minutos en mirar por la ventana". Recordé esas palabras que me habían dicho, y la verdad es que fue un buen consejo. Es imposible llegar a ver el final de la ciudad. Aunque no iba a vivir en México DF, sabía que la iba a pisar en numerosas ocasiones, y eso me encantaba. Una ciudad con tanta historia, tantos rincones maravillosos por visitar, por fotografiar, por contemplar, lugares de los que hablar a la gente.
Tras recoger el equipaje y solucionar los trámites de pasaporte y demás, Ernesto vino a recogerme. Ya me lo había avisado Cris, que estaría con un cartelito (a lo VIP, como mola!!). Pero que decepción cuando vi en el cartel el nombre de un tal Sergio Lechón...Supuse que no habría muchos más lechones en el vuelo (aunque alguno que otro si que había...). Efectivamente era mi taxista. Me llevó a su taxi y pusimos rumbo a Toluca, concretamente a Casa Real del Bosque (o la Comarca Hobbit como me gusta llamarla a mi).


Y cual fue mi sorpresa al ver que la primera canción que escuchaba en México, era "Piensa en mi" de Luz Casal. Muy curioso.
Más curioso todavía fue el hecho de que casi tenemos un accidente sin ni siquiera llevar una hora en el país (toda la gente que se preocupaba por mi y la gripe A, debería de preocuparse de como conducen los mexicanos).
Tras una hora de coche, llegué a la que va a ser mi casa durante estos cinco meses. Toluca me recibía con lluvia, igual que me despidió Zaragoza. Ya en casa, mis compis Cris y Jordi se lo habían currado mucho con una pancarta, el salón lleno de globos, tortilla de patata...


Tras unas cervezas, el cansancio empezó a aparecer y decidí ir a la cama, no sin antes deshacer las maletas (soy muy maniático para según que cosas, y deshacer las maletas es una de ellas, tal vez porque hace que me sienta un poquito más como en casa). Esa noche dormí como un bebé.
A la mañana siguiente, examen de inglés para ver que nivel tenía cada uno. Me di cuenta que mi inglés estaba algo oxidado, pero en líneas generales salió bien. Después a comer deprisa (sopa picante y albóndigas todavía más picantes. El postre al menos no picaba, pero tenía una textura muy rara) y a casa a preparar mi matrícula (si, el CEU funciona así de bien, menos mal que Noelia, la encargada de relaciones internacionales del TEC, hace que tu adaptación sea muy muy sencilla).



Y tras todo esto, a casa a descansar un poquito, ya que por la noche salíamos por ahí. Lucia (República Checa), Diana y Daniela (Ecuador) se iban a venir con nosotros a Metepec, una especie de barrio/ciudad cerquita de Toluca. Al llegar, parecía que ningún bar estaba bien. ¿Qué hacer en estos casos? Preguntar a alguien del lugar. Y así es como conocimos a Diego, Luis y Javier. Estuvimos tomando cervezas en un bar (del cual no recuerdo su nombre) y después fuimos al Mantra. Tras sobornar al portero para que nos dejase pasar (ya que Daniela y yo no teníamos la "credensial", esto es, el carnet de la universidad), me vi envuelto en un torbellino de salsa y regetton. Efectivamente no iba lo suficientemente borracho como para que eso me diese igual. El machaconeo de la música, más el cansancio que todavía duraba, hizo que una retirada a las 3 y media de la mañana me pareciese la opción más sensata. Sobre todo teniendo en cuenta que a la mañana siguiente tocaba madrugar para ir con la gente de la universidad a Toluca, en una excursión organizada por el TEC. Lo que fue esta excursión, se puede resumir en una palabra: ojete (menos la parte en la que visitamos Toluca)



Y ahora a las 10:30 de la noche del sábado me encuentro terminando de relatar como están siendo mis primeros días en México. He de reconocer que al principio me daba algo de miedo. Ahora, quiero que este país me envuelva, que me hechice del todo, que haga que en diciembre me cueste volver a España. Quiero que haga que recuerde esta experiencia durante toda mi vida.