8/4/11

El fin de semana perfecto...

...si hubieses estado aquí. Nos hubiésemos encontrado, y ya en mi casa, nos hubiésemos puesto nuestras mejores galas para salir a darlo todo. Además, ¿qué podría salir mal en un acústico de Santi Balmes y una posterior sesión con los mejores temas de Love of Lesbian?.


Tras el cambio de vestuario y una sesión larga de besos desatados, saldríamos a cenar. El sitio daría igual, tal vez algún garito de La Latina, Fuencarral... Lo único imprescindible serían las cervezas y las risas, y una historia detrás de otra.
A continuación, directos a la sala Yastá, a disfrutar de las letras de Santi y a bailar y seguir cantando sus temas hasta no poder más. De camino a casa, agarrados de la cintura, volveríamos cantando por la calle, cual fan de John Boy.


Y de nuevo, más besos, risas y puede que una cerveza más. Ya en nuestro refugio, nos dejaríamos llevar por nuestro amor desenfrenado antes de caer rendidos hasta la mañana siguiente.
El sol entraría por la ventana. Besos y caricias de buenos días. Y un desayuno acorde con el momento en la terraza. Tostadas, café, zumo y, si me encuentro con fuerzas, algún croissant recién comprado.
Tras esto, rumbo al Reina Sofía a disfrutar de sus exposiciones, perdernos entre sus fotos y sus salas. Y al salir, rumbo al retiro, a disfrutar de un picnic tirados en cualquier lado. Daría la sensación de que el tiempo no pasa, y nos empaparíamos del calor de los rayos del sol, cayendo durante un momento dormidos, con tu cabeza recostada sobre mi hombro, el cielo azul encima de nosotros y margaritas rodeándonos.





Tras conseguir desperezarnos, rumbo a la terraza del Círculo a disfrutar de las mejores vistas de Madrid y, tal vez, de alguna exposición de fotos. Recorreríamos cada lado de la terraza, señalando los diferentes lugares que veríamos. Y mientras la gente pone rumbo al ascensor para abandonar la terraza, ya casi vacía, nos miraríamos y nos besaríamos. De Madrid al cielo.





La noche del sábado sería más improvisada, nos dejaríamos llevar por lo que nos apeteciese en cada momento, sin planificar nada. Y terminaría siendo una noche para el recuerdo.
Ese sería un fin de semana perfecto. Por desgracia no puede ser, y se tendrá que quedar en el imaginario de los lugares bonitos, aquél en el que se quedan pensamientos como este. Momentos tan bonitos que merecen ser recordados aunque no hayan pasado.