18/1/09

Hacía frío. Una chaqueta no era suficiente, así que cogí la manta azul y me tapé con ella. En la tele sonaban las notas de un acordeón. Era tarde ya, pero no era el momento de parar la película. Era demasiado bonita como para pararla e irme a dormir. Una sensación de alegría, melancolía... puede que ambas, se apoderaron de mi. Tuve ganas de llorar, no se porqué. No lo hice. Pero esa sensación, la de que una película te remueva por dentro de tal manera, llevarte hasta el punto de que las lágrimas se alojen en tus ojos sin llegar a salir, solo por eso, tenía que verla otra vez...